viernes, 17 de junio de 2016

¿Votos a favor de la Tristeza?

Hoy es viernes, día semanal de la alegría en occidente, y va y se me ocurre proponeros una práctica para conocer mejor nuestra tristeza. Diréis que me gusta ir contra corriente...
Y un poco sí, pero como dijo el alcalde de “Bienvenido Mr Marshall”, Cómo psicóloga que soy, os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a dar.


Los fines de semana nuestra rutina de trabajo, o estudio, o búsqueda de trabajo, se reduce mucho. Es en ese espacio de tiempo libre que aparece nuestra tristeza, si es que hay motivo para que esté.
Puede ocurrir que durante la semana laborable no hayamos reparado en ella. Como sucede en la peli animada “Del revés”, a nuestra tristeza no le solemos hacer mucho caso.

Le tenemos miedo, porque la confundimos con otro fenómeno, con la Depresión. Y también, sencillamente no le hacemos caso a la tristeza porque nos han enseñado que llorar o estar triste no está bien. No hemos aprendido a convivir con nuestras emociones desagradables, entre ellas la tristeza.




“Estar triste es de flojos”, “Incomodas a los demás con tu cara larga”. Unida a esta corriente anti-tristeza va la tendencia a sobrevalorar la alegría: “Nada de quejas ni lamentos, sonríe y la vida te devolverá esa sonrisa en forma de inesperados milagros”

Eso, o algo parecido dicen muchos cartelitos circulando por la red. ¡La alegría es lo mejor, la alegría es el remedio a los males!  Y eso no ayuda a que aprendamos a contactar con una de nuestras emociones básicas, la señora Tristeza.Porque cada emoción tiene su para qué.


Hoy: Un voto a favor de Tristeza.

La tristeza es una emoción básica. Nacemos con ella, con la capacidad de ponernos tristes.
Las emociones básicas son una especie de “Pack de serie” con el que nacemos, y que garantiza nuestra capacidad de reaccionar ante el ambiente para mantenernos con vida.

Estas emociones son como los 4 fantásticos, porque nos salvan una y otra vez, gratis. Y además son 6.
  • Alegría
  • TRISTEZA
  • Rabia
  • Miedo
  • Asco
  • Sorpresa

Tristeza acude en nuestra ayuda cuando afuera sucede una pérdida. Alguien, o algo con lo que estábamos acostumbrados a contar, desaparece.
Pérdidas tenemos todos a lo largo de la vida. Mueren nuestros seres queridos, las parejas se rompen, nos tenemos que ir a vivir muy lejos o separarnos de nuestros amigos, familia, un accidente o enfermedad nos impide seguir haciendo nuestra vida normal, alguien a quien aprecias no te responde desde hace un mes al teléfono, te dicen la noticia de que no puedes tener hijos...
Esa es la llamada para que venga la tristeza.
Como buena emoción que es, aplicada como las demás, se deja sentir en nuestro cuerpo.
Tenemos ganas de llorar, y si nos las aguantamos notamos un nudo en la garganta.
Nos apetece estar quietos, sin hablar, sin hacer mucha actividad, estar solos o que nos abracen...

Aquí es donde solemos interrumpir a la Tristeza para que no haga su trabajo.

Para no sentir la tristeza nos lanzamos al lado opuesto,sonreímos para disimular,  hablamos mucho, nos movernos, contenemos las lágrimas...
Evitamos pensar en el hecho que nos pone tristes, y para conseguirlo nos ponemos a “hacer cosas” como limpiar, hacer deporte, beber alcohol, comer helado (malditas pelis yanquis), salir con amigos como si estuviéramos bien, jugar a la consola, ver series o películas sin parar...

Y así, como podemos, barremos a la tristeza debajo de la alfombra. Pero a la mínima, como buena emoción que es, ella querrá salir y mostrarse, porque tiene una misión importante.


Ella lo único que quiere es: 

  • que nos quedemos quietos un rato, solos o con alguien que nos acoja, para que podamos hacer el duelo de lo que hemos perdido. Cuanto más grande es una pérdida, más largo es el duelo. Es decir, no es lo mismo estar triste porque no quedan palomitas en la despensa, que estar triste porque alguien ha fallecido. Pero todo es tristeza.
Y es que las emociones tienen grados, niveles, hay tristezas enormes, que casi no te dejan moverte, y tristezas ligeras, incluso un poco placenteras (la nostalgia de recordar la infancia...)

¿Vamos resumiendo?

La tristeza nos ayuda a asimilar lo que ha pasado, la pérdida. Y por eso necesitamos estar un poco quietos, para ser conscientes, y llorar,  expresar el dolor,  que es algo que nos deja muy relajaditos.

Tristeza nos ayuda a conservar energía, recuperarnos del golpe y situarnos en el ahora, en lo que ha quedado.


Y ahora la práctica:


Quizá no sea necesario que nos enamoremos de nuestra tristeza, como hicieron los poetas románticos, pero sí que le demos el lugar que se merece, al mismo nivel que al resto de emociones. Sin miedo a que nos “coma”.

Espero haberos aportado algo útil, ya me contaréis, y si creéis que le puede servir a alguien, gracias por compartirlo.

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