miércoles, 20 de abril de 2016

Me enamoro perdidamente



Un día me ví en un espejo por sorpresa o sea,
sin preparar el gesto de mi cara
(va, no me digas ahora que tú no pones "cara de mirarse al espejo")
Bueno, pues eso. Prosigo.

Aquel día me pillé de repente y me ví, y no me reconocí, mejor dicho, me horrorizó lo que vi: ¡no me gusté!

Esa cara seria, lacia, esos párpados caídos sin expresión clara, parecía una asesina en serie, o que estaba enfadada con el mundo. 


- Jolines, ¿iré poniendo esa cara por ahí sin darme cuenta? (pensé)
- No te quepa la menor duda de que sí (me contesté)

Y caí en un tobogán de pensamientos-emociones encadenados : "no siempre voy a estar lo suficientemente concentrada como para mantener la imagen que quiero que los demás vean". Angustia nivel 7.
"Socorro. Ellos ya lo han visto posiblemente, qué digo, seguro que me han visto con este gesto de matona inexpresiva de boca caída y ojos hundidos". Angustia nivel 9
"...y esto no se arregla con maquillaje, ni con sombra de tonos primaverales, ni con una rayita en la comisura externa de cada ojo, así como tirando para arriba, para alegrar la mirada..." Depresión nivel 8 y subiendo. Enfado hacia mí nivel 9...

Y si me imagino las caras que pongo cuando duermo, el tobogán emocional puede bajar hasta las alcantarillas más oscurdeprimentes de mi pensamiento. Hasta tal punto que no recuerde que en realidad no me ve nadie nunca porque vivo yo sola.